I. Antecedentes de un deseo.
Desde que comencé a leer a Stephen King a la tierna edad de 16 años y a conocer su bibliografía, así como la serie de adaptaciones audiovisuales de su obra, que tenía en mente adquirir su primer libro de no ficción, el ensayo titulado Danza Macabra (Danse Macabre). Publicado originalmente en 1981, en aquel entonces, ya avanzada la década de los noventa, aún no había salido una edición en nuestra lengua de este libro, que tantos elogios había recibido. Así que me quedé esperando por años, hasta bien entrada a mi vida adulta, poder cumplir con este anhelado sueño. Como nunca aprendí inglés (salvo una que otra palabra u oración pequeña), me quedé esperando a que algún editor se atreviera a realizar tal hazaña…
Casi 25 años pasaron para que por fin se cumpliera mi deseo, ya que en 2006 la prestigiosa editorial española Valdemar llevó a cabo tal empresa, en una excelente edición como la que por lo general acostumbra hacer en los tomos que saca en tapa dura. Sin embargo, pocas son las librerías en Chilito que traen títulos de su catálogo, los que más encima llegan a precios bastante altos. Creo que habré visto unas dos veces este tomo por estos lares, pero hasta el año pasado (o sea, más de 10 años después de su primera edición en castellano), recién me dispuse a desembolsar el dinero respectivo para adquirirlo.
Fue en noviembre de 2017 y estaba en mi segunda visita (de 3 en total que realicé ese año) a la FILSA (Feria Internacional del Libro de Santiago), que en aquella ocasión acudí en compañía de una selección de alumnos míos y a los que llevé a una conferencia a tal “fiesta” de la cultura literaria. Fue orgásmico para mí hallar otra vez con este ensayo, ahora con dinero suficiente como para darme ese gusto y mis alumnos y colegas que me acompañaron, vieron con admiración la alegría que me embargaba. Me prometí a mí mismo que para las vacaciones de verano que estaban por llegar, dedicaría tiempo a paladear dicho libro y así fue, si bien me lo terminé poco después de volver al trabajo a comienzos de este mes.
II. La versión de Valdemar.
Soy poseedor de la segunda edición de Valdemar, sacada justamente al mercado diez años después de la primera y que incluye aparte de una muy breve, aunque reveladora, nota sobre el origen de la traducción española, de la mano de Óscar Palmer Yañez (quien además completa su trabajo con abundante notas explicativas en varios pasajes del libro y que se pueden leer tras ser enumeradas hacia el final de este), una bastante valiosa introducción de Jesús Palacios.
Las palabras dedicadas por Palacios al llamado “Rey del Terror”, valen más que la pena leer, pues se trata de uno de los tantos seguidores de este que al mostrarnos su admiración hacia King, a más de uno puedo llevarlo a sentirse identificado por los años y el largo periodo en general en que tal escritor ha marcado la vida de gente como uno. El acto de, primero disfrutar sus terrores literarios y luego, ya más grandes, poder profundizar en la calidad y los mensajes detrás de todas esas fantasías oscuras, está considerado por este experto en su obra y quien nos invita a apreciar, en su justa medida. el libro que tenemos en nuestras manos.

Se incluyen todos las imágenes de escenas de películas, series, afiches y portadas de libros que aparecen en las ediciones originales en inglés; lamentablemente, estas se encuentran en blanco y negro, como bien sucede en dichos originales (a menos que con posterioridad hayan mejorado siguientes reimpresiones este detalle) y lo que le quita la espectacularidad que podría haber tenido, el disfrutar tales fotografías tal como en su momento fueron hechas.
III. De lo que trata este libro.
Danza Macabra es el primer ensayo largo, luego de su recordada introducción a su primera colección de cuentos El Umbral de la Noche (Night Shift, 1978) y que no debe ser confundido con el título engañoso de la primera edición en español de su novela The Stand (1978), que antes de salir en su edición ampliada y sin cortes en 1990, fue conocida en el mundo hispanoparlante como La Danza de la Muerte (hago esta salvedad, porque incluso yo mismo de adolescente pensé que se trataba de la misma obra).
Por cierto, llama la atención la lista de sus colegas a quienes les dedicó su trabajo King en esta ocasión:
ROBERT BLOCH
JORGE LUIS BORGES
RAY BRADBURY
FRANK BELKNAP LONG
DONALD WANDREI
MANLY WADE WELLMAN
De todos estos caballeros, a la mayoría me cuesta entender que King haya querido hacerles su reconocimiento, tal como acostumbra hacer en sus propios libros, vez que se los dedica a alguno de sus maestros. De Bloch habla bastante en este ensayo y en el caso de Bradbury, su novela La Feria de las Tinieblas es una de las que comenta y recomienda con creces aquí, una vez que se dispone a analizar textos de la segunda mitad del siglo XX en adelante. A Belknap Long, Wandrei y Wade Wallman también es comprensible que los haya tomado en cuenta, considerando su admiración por los autores de los llamados pulps, que liderados por Lovecraft (otro escritor al que nunca deja de honrar con sus palabras y homenajes, tanto en Danza Macabra,como en sus ficciones claramente inspiradas en sus horrores). Sin embargo, es al agregar al argentino, que para nada me parece un autor de narrativa de terror, que me saco el sombrero en todo caso una vez más por King, debido a su enorme cultura literaria y que lo ha llevado a degustar a autores más allá de las fronteras del idioma, geográficas y de estilos (tal como lo hizo en su fabuloso cuento Ur,al referirse a mi compatriota Roberto Bolaño).
El contenido de este ensayo es nada menos que el terror, como tema recurrente en las fabulaciones desde el siglo XIX. Ello lo hace a partir de 3 obras literarias emblemáticas, como luego a través de autores posteriores; además, considera manifestaciones artísticas de carácter popular, a través del séptimo arte, la pantalla chica, los cómics e incluso la radio. Es así que en pocas palabras, este libro viene a ser un recorrido por medio de las diferentes manifestaciones del género, deteniéndose en autores y obras claves que nos invita a conocer y a disfrutar; todo a través de muy interesantes análisis suyos, que demuestran sus profundos conocimientos y capacidad de crítica. No obstante se aleja del academicismo que podría aburrir a buena parte de los lectores, ya que pese a los pasajes más analíticos de todo, no deja su habitual estilo lleno de humor y coloquial de vez en cuando.
Teniendo en cuenta la fecha en la que escribió este texto, 1981, época en la que Stephen King abusaba bastante de las drogas y el alcohol (lo que reconoció de manera muy emotiva en su otro celebrado ensayo Mientras Escribo, 2000), llama la atención cómo al principio del libro, hace mención sin tapujos de las borracheras que se daba en aquellos tiempos. Pues este detalle para quienes lo admiramos y conocemos su biografía, resulta ser una perla a la hora de profundizar en su mismo crecimiento como persona y como autor. Por supuesto que con respecto a la vida de nuestro escritor favorito, acá hayamos varios pasajes biográficos, que permiten conocer mucho mejor al hombre detrás de estas pasiones que compartimos con él y de algunas de las historias que más nos han fascinado.
El libro, además, si un lector acérrimo de su autor se fija con cuidado, entrega una que otra pista acerca de otras obras suyas que todavía estaban en proceso de escribirse y/o publicarse, tal como Cementerio de Animales(1982) e It(1986).
IV. Las obras que podemos encontrar en sus páginas.

De igual manera, luego de referirse con bastante dedicación a los horrores audiovisuales y de otras expresiones propias de la cultura de masas como las historietas y la radio (¡Sííííí, antes de estos tiempos actuales los radioteatros hacían furor cuando la TV todavía no era la reina y señora de los hogares!…Bueno, hasta que llegaron los videojuegos e Internet para tomar su lugar, en parte, claro), gracias a este volumen nos es posible ahondar en obras más contemporáneas de las letras del miedo (al menos cercanas al periodo en que salió este libro, que ya han pasado casi cuarenta años desde tal fecha).
En lo que concierne a libros propios del siglo XX, King se dedica a exponer los valores de obras tales como Los Usurpadores de Cuerpos de Jack Finney (tomando en cuenta también bastante sus dos primeras adaptaciones cinematográficas, en su capítulo sobre el cine de terror), El Hombre Menguante de Richard Matheson, La Semilla del Diablo (también conocida en nuestra lengua como El Bebé de Rosemary) de Ira Levin y La Maldición de Hill House de Shirley Jackson, entre muchas más. Este apartado sobre obras literarias “de miedo”, viene a ser sin dudas uno de los puntos más valiosos del libro para quienes deseamos leer narraciones de calidad, ya que difícilmente uno podría llegar a haber conocido a todos los escritores y títulos que menciona; por lo tanto, se puede considerar este capítulo como una excelente guía de lectura al respecto.
En lo que concierne a la televisión, para cuando King llevó a cabo este ensayo, aún le faltaba a la pantalla chica un buen tiempo como para que sus producciones de terror tuvieran un verdadero despegue y pudiesen rivalizar sin tapujos con las cintas del cine comercial e independiente. No obstante, el repaso que hace nuestro autor (preferido) del material que había hasta el momento, resulta educativo para quienes desean saber sobre los antecedentes de los actuales shows, que tantas satisfacciones nos han dado (y que en muchos casos contaron con la intervención directa del propio King, como el episodio Chinga de la quinta temporada de Los Expedientes-X o adaptaciones de sus obras, tales como esa joyita que es El Juego de Gerald). Llama la atención eso sí, su poco amor hacia un clásico tan querido como La Dimensión Desconocida(The Twiligth Zone) y, sin embargo, su mayor aprecio hacia The Outher Limits.
Con respecto a su revisión sobre el cine de terror, el artista no pudo dejar de mencionar algunas de las adaptaciones que ya se habían hecho de sus obras, específicamente Carriey El Resplandor(debemos recordar que Salem´s Lotde Tobe Hooper fue una miniserie, así que no corresponde a este apartado, si bien el propio King se equivoca en un momento a nombrarla entre las versiones cinematográficas de sus fantasías). Sin embargo, ello lo hizo dejando de lado la autorreferencia y más centrándose en enumerar los aportes que hicieron sus directores a la hora de hacer sus propios aportes, con las adaptaciones que estos hicieron. Igual llama la atención el hecho de que haya alabado aquí más de una vez a Stanley Kubrick, que tal como luego se supo (¿o acaso ya entonces era de dominio público?), no le gustó lo realizado por el inglés; lo que en más de una ocasión ha dicho sin tapujos, pese a que dicha cinta está considerada entre las mejores películas sobre uno de sus libros y entre las más grandes películas en la historia del cine mundial.
V. Impresiones personales.
Sin dudas que Stephen King es mucho más que un escritor superventas, una “marca registrada” y uno de los autores vivos mayormente reconocidos a nivel mundial por sus trabajos, que le han otorgado varios importantes premios (si bien no falta quien no deja de ningunearlo, por considerar que la verdadera calidad estética es sinónimo de miseria económica y valoración post mortem de los artistas). Pues gracias a este libro tenemos la oportunidad de conocer a otro Stephen King, al académico especializado en literatura. Es así que este nos da una cátedra al respecto, aunque dejando de lado el elitismo de muchos estudios como este y acercando al lector común todo un mundo de maravillas y reflexiones.
Lamentablemente al ser una obra escrita hace ya un buen tiempo y al usar como base muchos títulos “bastante antiguos” y por ello mismo desconocidos para las nuevas generaciones (en especial en lo que concierne a cine y televisión), sería conveniente realizar una versión actualizada de esta obra o, en el mejor de los casos, una segunda parte. Al respecto, no se puede olvidar que en lo que concierne al cine, fue justamente la década de los ochenta bastante esencial a la hora de que los filmes de horror cobraran mayor relevancia y surgieran muchos clásicos, entre los que se encuentran varias otras adaptaciones de la narrativa kingniana; asimismo, en materia de televisión tampoco es insignificante que recién en los noventa, sus series, miniseries y películas de corte terrorífico, solo entonces comenzaron a realizarse de manera más regular y comprometida con una mayor calidad. De igual manera, para los amantes de los cómics, sería formidable encontrarse con la opinión de King sobre otras novelas gráficas que no sean solo las recordadas de la desaparecida editorial EC y otras de la Warren como Creepy o Eerie, que en todo caso son verdaderas perlas, pero que también han tenido dignos sucesores.