Se entiendo como ucronía al subgénero literario consistente en la elaboración de una historia supuestamente ambientada en nuestro mundo, no obstante sus acontecimientos y características demuestran que en realidad se trata de una realidad alternativa, ya que en ella los acontecimientos históricos han tomado un rumbo diferente a como los conocemos. De este modo puede ser que en tales obras (y de seguro las hay), Colón nunca haya llegado a América, ni ningún otro europeo, de modo que las culturas aborígenes se hayan desarrollado por su propia cuenta; también podría ser que en el primer viaje tripulado a la Luna los astronautas se hubiesen encontrado con toda una civilización en dicho lugar, lo que habría significado toda una revolución sociocultural para los terrestres...La verdad es que las posibilidades son inmensurables, por cuanto cada acción que realizamos o la dejamos pendiente daría pie a un efecto por completo distinto; a su vez todo también depende de la absoluta originalidad en la creatividad de nuestros escritores. A manera de ejemplos de este tipo de obras, basta con mencionar la preciosa colección de cuentos interconectados Pavana (1968) de Keith Roberts, donde se muestran los efectos de un mundo gobernado por la Iglesia Católica Romana; en dicha obra la reina Isabel de Inglaterra, quien se opuso a la expansión de sus enemigos españoles en el siglo XVI, murió asesinada y ello provocó que sus dominios fueran anexados por el imperio opositor. Si bien esta literatura por lo general se enmarca dentro de la ciencia ficción blanda (no de corte científico, sino que orientada a trabajar con los temas más bien socioantroplógicos, psicológicos y otros), existen títulos suyos dentro de la llamada fantasía, tal como se puede encontrar en la saga de Alvin Maker (1987 a la fecha) del consagrado escritor Orson Scott Card, ambientada entre finales del siglo XVIII y principio del XIX, en un Estados Unidos que no ha logrado independizarse de los británicos; es así que tal como sucede en buena parte de la narrativa ucrónica, aparecen en los textos que conforman este ciclo varios personajes históricos, aunque en circunstancias diferentes. Las novelas y cuentos de esta colección son propias de la fantasía, porque cada uno de los seres humanos en dicho mundo nace con un don especial de connotaciones mágicas y/o sobrenaturales. Mientras tanto los chilenos hemos contribuido al subgénero con un libro bastante difundido en el extranjero, Synco(2008) y donde se imagina un Chile setentero en el cual el Golpe Militar de la derecha nunca tuvo efecto, de modo que el presidente Salvador Allende lleva ya casi una década en el poder de un país, que se ha transformado en un líder mundial debido a su sin par tecnología y administración.
La ucronía más famosa viene a ser El Hombre en el Castillo (1962) del prolífico escritor Phillip K. Dick, quien en vida como muchos de sus pares apenas fue apreciado y no pudo gozar de la fama y fortuna de sus escritos, pero que tras morir se convertiría en uno de los autores de ciencia ficción más influyentes para el resto de su colegas; asimismo la originalidad de sus ideas surgidas en parte de su propia esquizofrenia, ha llegado a acaparar la atención de los productores de Hollywood, que lo han convertido en el autor de ciencia ficción más adaptado en la historia del cine (con más de una docena de versiones cinematográficas de su trabajo, entre cuentos y novelas). Algunas de las cintas basadas en sus escritos hoy en día son verdaderos clásico y objetos de culto, entre ellas la considerada como una de las mejores películas del cine, Blade Runner (1982), las dos versiones de Total Recall(1990 y 2012) y Minority Report (2002), una de las últimas incursiones en el género de Steven Spielberg. Cabe mencionarse que por lo general sus obras tratan acerca de sujetos que vacilan con respecto a su propia percepción de la realidad, de modo que siempre hay una duda acerca de qué es verdad y qué es ilusión, un viejo tema que parece a los gringos les gusta bastante; a lo que se le suma la crisis de identidad por la que pasan sus protagonistas, los que muchas veces no tienen claro quiénes son.
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Phillip K. Dick en su juventud. |
Volviendo a El Hombre en el Castillo, novela ganadora del prestigioso Hugo en 1963, esta trata acerca de un mundo en el cual el Eje ganó la Segunda Guerra Mundial. Es así como Estados Unidos ahora derrotado, es dividido por nazis y japoneses, quienes dominan también gran parte del planeta; de este modo el argumento gira en torno a lo que sucede en las tierras del otrora país más poderoso del orbe, mostrándonos cómo es vivir en cualquiera de los dos territorios anexados. Pues ante un escenario tan atractivo, era de esperar que los productores pusieran su atención en esta “pesadilla” fantacientífica, que como pocas mostraba a los del Tío Sam como perdedores (y cosa extraña, considerando lo chovinistas que son allá). El sueño de ver este valorado libro llevado al drama audiovisual se concretó el año pasado, gracias a una serie de televisión que tras una primera temporada de solo diez episodios, dejó fascinados a todos. El programa que mantiene el nombre de la narración que lo inspiró, fue llevado a la pantalla por Frank Spotniz, guionista y director que nos dio algunos de los mejores momentos de Los Expedientes-X. A su vez debe decirse que la elaboración de este show, posee la calidad cinematográfica a la que actualmente nos tienen acostumbrados hoy en día con los productos televisivos. Si bien al menos en esta primera temporada no ocurren grandes eventos como podemos ver en otras ficciones para la TV, se aprecia un gran esmero por diseñar una ambientación convincente y hermosa (escenarios, exteriores, vestuario y efectos especiales). Por otro lado, las actuaciones son de primer nivel, encontrándose entre sus intérpretes a gente de la talla de Rufus Sewell (actor de un montón de películas exitosas, entre ellas la cinta de culto Dark City,donde fue su heroico protagonista y al que hoy en las salas podemos ver en Dioses de Egipto, ambas de Alex Proyas, artista consagrado en este tipo de cine). Asimismo se debe destacar su banda sonora compuesta por Henry Jackman (con varios soundtracks para filmes de éxito como Capitán América y el Soldado de Invierno) y Dominic Lewis, bastante emotiva y solemne, convirtiéndola sin dudas en una de las series con mejor música original de los últimos años. Vale decir también que el programa es producido por nada menos que Ridley Scott y su productora, quien ya mucho tiempo atrás probó suerte con la narrativa de Phillip K. Dick, con la ya mencionada Blade Runner. De este modo teniendo a Spotniz y Scott involucrados en tal proyecto, amantes seguros de la ciencia ficción y experimentados en llevarla a las masas, la serie de El Hombre en el Castillo resulta ser toda una experiencia recomendable (más si se considera la intervención de guionistas de calidad para todos sus episodios, que al menos en su temporada debut no pierden potencia uno tras otro).
Como ya de seguro quedó claro en el párrafo anterior, se le debe aplaudir a los responsables por llevar esta obra a los hogares, su preocupación por realizar algo lo más “artístico posible”; es así como otro punto a su favor resultan ser sus créditos de apertura, que de inmediato presentan el tono serio de esta serie, algo que se agradece en una época en la cual a muchos productores ya no les interesa contar con este detalle que caracteriza a tantos programas de antaño (¿Quién no recuerda con nostalgia las aperturas de clásicos como los de Star Trek, en cualquiera de sus títulos, Milleniumo Babilonia 5?). Pues en el caso de El Hombre en el Castillo vemos en tonos opacos varias imágenes relacionadas con figuras destacadas de la cultura gringa, tal como la Estatua de la Libertad, todas ellas marcadas por el influjo de la ocupación nazi-nipona; de este modo se evidencia la pérdida por la que aquí ha pasado este Estados Unidos alternativo, lo que acentúa la atmósfera opresiva en la que viven sus personajes. A todo esto se le suma una sentida canción a capela interpretada por una voz femenina, que se escucha a lo largo de la introducción, otro significativo detalle que nos dice que no esperemos humor, ni recursos facilistas para conseguir la venia del espectador, pues el programa es un drama de pura cepa.
Tal como sucede en la novela de la que se nutre el show en el que nos detenemos hoy, el argumento transcurre en plena década de los sesenta, luego de dos décadas de la victoria del Eje. A su vez la trama gira en torno a varios personajes, en la práctica los mismos del libro y quienes representan distintos estamentos de la sociedad conformada por este; de tal modo en su argumento nos encontramos con el protagonismo de miembros de la altas jerarquías nazi y japonesa, como también obreros y algunos otros mejor posesionados, entre mujeres y hombres, quienes viven en carne propia el hecho de ser ciudadanos de segunda en este extraño mundo. Los personajes principales de El Hombre en el Castillo corresponden a los siguientes:
· Juliana Crain: Una mujer que se ve envuelta en los vericuetos de la resistencia contra la ocupación, para terminar involucrándose por su propia cuenta en los planes para desarticular al enemigo.
· Frank Frink: La pareja de Juliana, quien debido a las actividades de esta comienza a pasarla muy mal, lo que lo lleva a sacar una parte suya que quizás él mismo desconocía.
· Joe Blake: Un supuesto nuevo recluta de la resistencia y el cual en realidad tiene otros planes, que necesariamente no son tan desinteresados.
· Nobosuke Tagami: Un alto funcionario japonés. Este comienza a sentir que lo realizado por su pueblo y en especial en lo concerniente a su alianza con Alemania, no es correcto.
· John Smith: Importante miembro de la S.S, de origen estadounidense, que pretende ascender en la jerarquía de su organización a cualquier precio y que sin embargo se encuentra con varias dificultades al respecto.
· Rudolph Wegener: Otro nazi, esta vez alemán, aunque en su caso se trata de alguien con más conciencia que su colega y amigo Smith.
· Robert Childan: Elegante anticuario admirador de la cultura japonesa, quien comienza a decepcionarse de la gente a la cual por años ha servido con dedicación.
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Portadas de distintas ediciones de El Hombre en el Castillo. |
Pues la mayoría de los de arriba comienzan a cruzarse en los caminos de los otros, con varios efectos inesperados y además entrando (por supuesto) otros agentes del destino en sus vidas.
En la novela existe una novela bastante popular a nivel subterráneo (en especial entre los estadounidenses “autóctonos”), el cual trata de una realidad en la cual los Aliados fueron quienes ganaron la Segunda Guerra Mundial. Este texto por supuesto es censurado por las autoridades, quienes ven como toda una amenaza dicha obra. Pues al llevar todo esto a la televisión y para hacerlo todo más atractivo a los espectadores, de modo de otorgarle mayor dinamismo, se cambió lo del libro por películas, lo que por supuesto visualmente tiene más efecto en pantalla; de este modo los personajes se encuentran con una serie de filmes que muestran imágenes de la derrota de los vencedores (sacadas de reales grabaciones de la época).
Para ser sinceros, pese a sus múltiples virtudes la adaptación televisiva de la célebre ucronía de K. Dick, no es un producto fácil de digerir, en especial en sus primeros capítulos, ya que para nada se trata del típico show de ciencia ficción lleno de acción, aventuras y tecnología futurista como se espera ver en la pantalla chica. Es otro tipo de fantasía científica, una quizás solo apreciada en “la caja tonta” en algunas de las historias de La Dimensión Desconocidao The Outer Limits, que por mantener el carácter antológico de capítulos autoconclusivos, se podían dar el lujo de mostrar historias pertenecientes a los diversos subgéneros de la ciencia ficción. Por ende, este nuevo programa no es para todo público, sino que está hecho para una audiencia de gustos más exquisitos, capaces de estar atentos a un guión más bien cerebral, con mucho diálogo e implicaciones filosóficas acerca del devenir de nuestra humanidad (y si más encima son lectores de esta literatura, mejor). Por otro lado, las implicancias morales de lo que sucede en esta obra, también aumentan la dimensión más adulta que posee, ya que algo que es habitual en sus guiones es el cuestionamiento de las acciones, como también las decisiones personales y de la comunidad; luego ello lleva a los personajes a la búsqueda de soluciones con el propósito de cambiar para bien o para mal el curso de lo que está pasando.
Por cierto, los impactantes minutos del final de temporada prometen bastante para lo que vendrá a continuación, con la implicancia de acontecimientos que de seguro serán revolucionarios para la tensión, que no obstante ya se estaba dando desde su primer capítulo. Habrá que esperar no más a que se concreten nuestras esperanzas, de que lo mejores momentos de El Hombre en el Castillo están por llegar.