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Channel: El Cubil del Cíclope.
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Así era en mis tiempos XIII.

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Algunos otros medios de comunicación a distancia.
 
1. El telégrafo.
 
    Su utilidad y popularidad habrá durado unos... ¿150 años más o menos? Apareciendo retratado en numerosas películas y en especial en los westerns.
    Corresponde a una serie de señales que- a menos que me equivoque- usaban el famoso Código Morse de los ciegos y mudos, para por medio de una serie de cables mandar información a distancia, que desde el otro lado eran transformados por un intérprete (persona) en lengua escrita. Es así que, con una maquinita bastante pequeña, el emisor (generalmente el representante del servicio de mensajería contratado), daba una serie de golpecitos y estos mismos eran recibidos y traducidos en su destino.  Luego, en un papel el mensaje, bastante breve y conciso, que se evitaban oraciones largas, signos de puntuación varios y lenguaje informal, como poético, era mandado junto a un emisario al destinatario real (quien, por lo general, no tenía idea de la noticia que le iba a llegar, ya que en ese tiempo los teléfonos no estaban masificados y usar el correo normal era demasiado lento, como para haber enviado una epístola, puesto que la premura exigía este otro recurso más dramático).
    Se cobraba por palabra, así que artículos, conectores y otros términos eran obviados en el mensaje final, primando sustantivos y verbos (estos últimos sin conjugaciones).
    Tengo el difuso recuerdo, en los ochenta, de ver que a un vecino le llegó un telegrama (que así se llamaba el documento que le enviaban a uno), traído por un motorista... Y al respecto, sí tengo claro que al presenciar esto, pensé "Cuando sea grande voy a ser importante y recibiré alguno"... Sin embargo, como ya saben, no se hizo realidad mi sueño y no porque no me volviera alguien importante (para algunos), sino porque esta tecnología quedó superada hace rato.



    De cuando era niño (o más bien adolescente) tengo presente en mi memoria el siguiente chiste:
 
     Un matrimonio pasa penurias económicas y el marido se ve obligado a irse a trabajar a otra ciudad.  Como las cosas no han mejorado, la esposa debe mandarle un telegrama a su cónyuge, aunque como apenas tiene para pagar el documento, solo envía de mensaje seis letras P seguidas.  Cuando le llega al hombre su mensaje, de inmediato lo entiende... Poca Plata Peligra Poto Posible Puta.  Entonces envía su respuesta, con la misma economía de letras de su señora: CCCCCC.  La mujer le entiende sin problemas: Cobra Caro Cuida Culo Cariños Carlos.
 
    Por último, en la película homenaje al espagueti western, de Alex de la Iglesia, 800 Balas, hay una escena muy graciosa y en la que uno de los personajes encarga un telegrama, justamente a su pareja; la verdad mejor ver ese momento, que leerlo por acá.


2. El beeper.
 
    Era un aparatito más o menos rectangular, con una pantalla en el cual llegaban mensajes breves, enviados por una operadora y que se podía guardar en un bolsillo o sujetar en el cinturón (bueno, una cartera supongo que también era un lugar ideal para guardarlos ¿No?).
     Por lo general, era de uso de las empresas y que por medio de dicho instrumento se comunicaban con sus empleados, que trabajaban en horarios flexibles y a los que debían citar para cumplir con sus funciones, hallándose en sus hogares u otros lugares.  Su usuario se enteraba por medio de un pitido, que tenía algún mensaje.
     En los noventa, me tocó ver mucho la funcionalidad de este aparatito, debido a que un cuñado mío andaba a todo rato con él, debido a su propia condición laboral.
     Supongo que, fue el mejor recurso para comunicarse en circunstancias como las ya mencionadas, cuando los celulares eran gigantescos, poco accesibles y carísimos. Claro que no permitían escribir una respuesta en ellos, o sea, solo recibían el mensaje en cuestión.
     Durante un tiempo, un amigo se obsesionó con la idea de que cada miembro del grupo tuviera uno... Hecho que nunca se cumplió.

 
3. El fax.
 
    Antes de los correos electrónicos y el whatsapp (con la aplicación de sacar fotos incluidas, para enviar no solo textos, sino imágenes), la única manera de mandar un documento más o menos extenso (la verdad, unas cuantas páginas), era una máquina parecida a una impresora.  Es así que, conectada esta a la línea telefónica, haciendo pasar una hoja con el texto y/o imagen que se deseaba compartir, por una rendija que leía/copiaba el original, permitïa que al otro lado de la línea llegaran los datos y que luego se reproducían exactamente en una nueva hoja de papel.
    Para lograr lo anterior, el remitente debía llamar al fono del destinatario y pedir "línea para fax", de modo que quedara disponible la vía de comunicación y entonces cuando estaba listo sonaba un pitido.  La verdad es que de todos los faxes que vi, la calidad de la impresión no era buena, todo en tonos deslavados y siempre en escala de grises, que nunca pude apreciar (ni en las películas), nada a color.  Queda claro, que para que funcionara todo esto, ambos destinos debían contar con su línea telefónica funcionando, papel y tinta.  Por cierto, los mensajes podían ser tanto impresos, como hechos a mano.
    En mi caso, solo ocupé este recurso para mandar curriculums, durante alguna búsqueda de trabajo y era todo un engorro, pues comencé a usarlo cuando ya estaban disponibles los correos electrónicos, lo que en este último caso podía ocupar "gratis" y desde la comodidad de mi casa; así que debía buscar un lugar donde prestaban ese servicio.  A menos que me equivoque, se dejó de usar esta tecnología recién a finales de la década pasada.
     Cabe mencionar que este aparato fue tan importante en su época, que al menos en el español propició el neologismo (ya caído en desuso por razones obvias) faxear (de mandar fax).




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