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La Dune de David Lynch


 1. Al principio del todo.
 
    Una obra como la novela de Frank Herbert no podía dejar de acaparar la atención de los productores y directores de cine, así como las más febriles fantasías de sus lectores para llevar a la pantalla grande las maravillas de sus páginas.  Y es que, con una historia como esta, tan potente, era seguro que su adaptación al medio audiovisual en algún momento determinado estaba por venir.
    Eran los setenta, cuando entonces un talento como el de Alejandro Jodorowsky, destacado guionista, director de cine y escritor (entre otras áreas a las que se ha dedicado, tales como el Tarot y hasta de mimo en sus años mozos), pretendió en serio llevar a las salas de cine la novela y para eso se reunió con un montón de nombres sobresalientes en las artes, para hacer una lisérgica adaptación; fue así que gente como nada menos que Salvador Dalí, Orson Wells, H. R. Giger,  Moebius y el grupo Pink Floyd participarían del proyecto que le acaparó harto tiempo y que al final murió antes de nacer.  Este primer intento de convertir a filme la obra de Herbert, se convirtió en leyenda y décadas después la odisea para lograr tales objetivos, se registró en un muy entretenido documental llamado justamente Jodorowsky's Dune.
    Posteriormente, a comienzos de los ochenta, Dino de Laurentis, quien desde hace rato tenía los derechos del libro, una vez que "Jodo" los perdió tras dedicarle tanta energía a su proyecto abordado, fue quien logró llevar a cabo una empresa como esta.  Fue así que contrató a un director que tenía tan solo dos cintas a su haber, aunque con muy buena crítica: Cabeza de Borrador y El Hombre Elefante, obras muy distintas entre sí, aunque con el elemento monstruoso y bizarro en común que tanto le gusta a su realizador, David Lynch.  Cabe mencionar que, para quedar a la par de los sueños frustrados de Jodorowsky, la versión de Lynch-Laurentis se llenó de un montón de nombres destacados, entre incipientes actores que luego tendrían una destacada carrera e incluso usó al menos uno de los diseños realizados por Giger para Jodorowsky.

 
2. La película.
 
     Antes de ir de lleno a cómo le quedó su pieza, a quien luego se transformaría en un verdadero cineasta de culto, recordemos un poco de qué va la historia.
    Dune es un planeta desértico que no tiene mayores atractivos, puesto que es agreste y su población aborigen es hostil; sin embargo, solo en sus arenas es posible conseguir la Melange, una sustancia usada- entre otras cosas- para realizar viajes espaciales a los confines del universo y sin cuya existencia todo sería un caos.  Por eso el imperio, las casas nobles, comerciantes y en especial la Cofradía de Navegantes (quienes poseen el monopolio de los viajes interplanetarios), tienen intereses fundados en este lugar y lo controlan con mano de hierro.   Pero los lugareños están cansados con el control de sus tierras y han declarado una guerra santa en contra de los invasores, ahora liderados por un mesías recién llegado y joven, quien posee habilidades extraordinarias y un montón de medios para ganar la contienda.
     Luego del pequeño resumen de un argumento que abarca más de 600 páginas (bueno, según la edición que uno posea), por fin les puedo hablar de esta cinta que desde mi adolescencia está entre mis favoritas, aunque muchos la desprecian, pese a ser una película de culto para millones y eso que en su momento fue un fracaso de taquilla.
    En primer lugar, cuando comenzamos a verla, nos llama la atención el detalle de que parte con una introducción, a manos de nada menos que de la princesa Irulan, la misma cronista cuyos libros aparecen al principio de los varios subcapítulos del libro.  Con posterioridad, otro elemento del texto será bastante utilizado en esta adaptación, algo no habitual en el cine: el pensamiento de los personajes, que aquí oímos con lo que se conoce como voz en off, una herramienta dramática que había sido utilizada por la misma época en otra joya de la ciencia ficción cinematográfica: Bladerunner(claro que, en el caso del todavía mucho mejor filme de Ridley Scott, esto se apreciaría solo en su primer corte para los teatros, ya que las posteriores dos ediciones eliminaron este recurso).
    Una obra como Dune debe hacer hincapié en el aspecto visual, lo que incluye no solo efectos especiales verosímiles y posibles para la época en la que se hizo, sino que también "criaturas' (léase "monstruos") magníficas para ser contemplados a gusto del público y diseños de vestuario, maquillaje y arte en general para los distintos escenarios, que hagan del espectáculo algo que en su conjunto recreen la vista y nos hagan creer en efecto de que estamos contemplando otros mundos y un futuro muy lejano.  Es así que en lo que concierne a los efectos especiales, estos están bastante buenos, si se les compara con lo que en tales años se podía conseguir antes del GGI; al respecto, destacan los escudos personales que son tan relevantes en Duney los mismísimos Gusanos de Arena (Shai-Hulud), además de un mutante de la Cofradía que no sale en el material original, por cortesía de Lynch y del maestro Carlo Rambaldi, quien diseñó para placer nuestro los "mostros"...Y en cuanto a los gusanos, las excelentes tomas donde aparecen los hacen verse, sin dudas, colosales; mención aparte merecen los ojos de azul intenso de los Fremen, con un brillo sobrenatural que no deja de llamar la atención.  Por otro lado, los preciosos atuendos que ocupan los numerosos personajes y cientos de extras están muy cuidados, luciéndose los sensuales "destiltrajes" de los nativos de Dune y los siniestros vestidos de las Benne Gesserit (que acentúan sus aspectos más brujeriles); todo esto, salvo en el caso de los trajes de los militares asesinos del emperador, los Sardaukar, puesto que parece que la inspiración se les acabó... y el dinero, ya que se nota que sus equipos "futuristas" y militarizados, no son otra cosa que espantosos trajes aislantes.  Por otro lado, las maquetas están magníficas, las que incluyen edificios, vehículos y naves espaciales con bellos diseños; en materia de decorados interiores destaca el palacio del desagradable emperador, donde queda de manifiesto la opulencia en la que le gustaba vivir y tampoco debemos olvidar la preocupación por hacernos tan diferentes entre sí, los distintos lugares donde transcurre esta historia, con el maquinismo opresivo de los Harkonnen y la espartana vida de los Fremen, entre otros.
     Luego tenemos a sus artistas, muchos de ellos ya consagrados y respondiendo a un casting internacional.   De este modo nos encontraremos con talentos como Jurgen Prochnow (Alemania) como Leto Atreides, Max von Sydow (Suecia)  haciendo de Liet-Kynes, Patrick Stewart (Gran Bretaña) a cargo de Gurney Halleck, José Ferrer (España) y los gringos Linda Hunt como Shadout Mapes, Dean Stockwell encarnando al doctor Yueh, Brad Douriff de Piter de Vries y un muy joven Kyle MacLachan como nada menos que Paul Atreides, entre otros; todos estos en verdad brillaron en pantalla, salvo el cantante Sting y quien como Feyd-Rautha deja mucho que desear, pues se le nota que lo suyo no es la actuación.


 
3.  Otros aspectos a considerar.
 
     Aparte de lo mencionado, hay que destacar el apartado musical a cargo del grupo de rock Toto, cuyos integrantes crearon una banda sonora inolvidable, que bien merece estar entre los mejores soundtracks del género; a estas melodías, cabe mencionar el tema creado por Brian Eno, llamado justamente Profhecy Theme, toda una composición de antología.
    Como ya se dijo antes, las obsesiones de David Lynch se encuentran plasmadas en esta joyita, puesto que el director no dejó de darle su marca al tema de los sueños y las visiones, dándonos varias imágenes cautivadoras al respecto.  De igual manera su interés por la monstruosidad y los sujetos bizarros, tuvieron tierra fecunda en personajes como Vladimir Harkonnen con sus asquerosas pústulas (más su cuerpo parecido al de un pollo relleno), su sobrino Rabban mucho más bruto y bestial que en la novela y el mentat asesino Piter, de apariencia demoniaca.
     Otro aspecto a destacar corresponde al del hondo misticismo que consigue darle, haciendo que en efecto Paul Atreides se vea como un Mesías y agregando todo lo concerniente a la religión Fremen que en pantalla se observa tan esotérica.  Posteriormente, el hermoso final, para nada salido de la novela, acentúa la naturaleza superior del protagonista.
     Un punto aparte viene a ser Alia, la hermana de Muad' dib, representada por una hermosa niña y quien sin dudas se roba la cámara una vez que aparece, apoyada por sus maravillosos diálogos  (sacados textualmente del libro, como muchos de los que aquí encontramos).
    Solo un pero le pongo a esta cinta que tanto amo: que hayan eliminado del argumento a un personaje tan increíble como lo es el Conde Fenring, quien con solo dos intervenciones en el libro consigue volverse interesante y que habría resaltado aún más con su presencia, las virtudes de esta película.
    A todo esto... ¿A quién se le ocurrió la "ingeniosa" idea de ponerle Dunas a esta obra, cuando se estrenó en países de habla hispana? (por años me burlaba de un amigo que tuve y que así la llamaba, hasta que comprobé que la edición en Blu-ray original que tengo, de una empresa mexicana, le da ese título en la portada).

              
Atractivo tráiler moderno.

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